Este año, el Premio Nobel de Fisiología o Medicina es para Svante Pääbo. Uno de sus éxitos científicos más importantes fue la descodificación del genoma neandertal. “Su trabajo ha revolucionado nuestra comprensión de la historia evolutiva del ser humano moderno”, dijo Martin Stratmann, Presidente de la Sociedad Max Planck. “Svante Pääbo, por ejemplo, demostró que los neandertales y otros homínidos extintos contribuyeron de forma significativa a la ascendencia de los humanos modernos”.
Svante Pääbo estudió Egiptología y Medicina en la Universidad de Uppsala. Como estudiante de doctorado en inmunología, también demostró que el ADN puede sobrevivir en las antiguas momias egipcias, con lo que ganó fama profesional como pionero del nuevo campo de investigación de la paleogenética. Los paleogenetistas investigan los genomas de organismos antiguos y sacan conclusiones sobre el curso de la evolución.
Tras su doctorado, Pääbo trabajó en el equipo del biólogo evolutivo Allan Wilson en la Universidad de California en Berkeley. Desde 1990, dirigió su propio laboratorio en la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich. En 1997, Pääbo se convirtió en uno de los cinco directores del recién fundado Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, donde sigue en activo.
Ya a mediados de la década de 1990, Pääbo y su equipo lograron descifrar un componente relativamente corto del ADN mitocondrial de un varón neandertal. Las mitocondrias son diminutas centrales eléctricas de las células que les suministran energía y tienen su propio ADN. Este ADN neandertal difería considerablemente del genoma de los humanos modernos. Esto demostró que los neandertales no son los ancestros directos de los humanos actuales.
Desde que los métodos de secuenciación del ADN se hicieron mucho más eficientes a principios de la década de 2000, Pääbo comenzó a secuenciar todo el genoma neandertal presente en el núcleo celular.
Rastrear los orígenes humanos
En 2014, el equipo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva logró descifrar el genoma neandertal casi por completo. Esto hizo posible una comparación con los genomas de los humanos actuales. “Hemos encontrado unas 30.000 posiciones en las que los genomas de casi todos los humanos modernos difieren de los de los neandertales y los grandes simios”, dijo Pääbo. “Responden a lo que hace que los humanos anatómicamente modernos sean ‘modernos’ también en el sentido genético. Algunos de estos cambios genéticos pueden ser la clave para entender qué distingue las capacidades cognitivas de los humanos actuales de las de los homínidos ya extintos”.
Anteriormente, el equipo de Svante Pääbo ya había logrado una sensación en 2012: Descifraron el genoma de un pequeño hueso encontrado en la cueva de Denisova, en las montañas de Altái, al oeste de Siberia. Los misteriosos humanos primitivos estaban remotamente emparentados con los neandertales y aportaron hasta un cinco por ciento al genoma de los actuales habitantes de Papúa Nueva Guinea, los aborígenes de Australia y otros grupos de Oceanía.
Los investigadores trabajan actualmente en nuevos métodos para reconstruir fragmentos de ADN aún más descompuestos y presentes en cantidades aún más pequeñas. El objetivo es permitir la investigación de ADN aún más antiguo y de material genético de partes del mundo donde la supervivencia del ADN es aún más rara debido a los climas cálidos y húmedos.